Las obligaciones familiares van desde fiestas para celebrar algo o alguien, como cumpleaños, ya sean tíos, abuelos, sobrinos, así como almuerzos interminables. También incluye la cena de Navidad y otras celebraciones. A menudo no queremos participar, y si no vamos a convertirnos en un tema familiar y de discusión.

La ayuda mal entendida es la que al final se convirtió en una obligación. Debemos ayudar a los demás con gran cuidado, incluidos los miembros de la familia. Si, de hecho, la persona a la que ayudamos puede hacerlo por su cuenta, entonces no estaremos ayudando.

Las responsabilidades se confunden con la idea de ayuda. Por ejemplo, despertar a los niños para ir a la escuela o ayudar a los padres con el trabajo escolar que los niños pueden hacer ellos mismos. Las tareas y la obligación de despertarse son del niño, no de los padres. No estaremos ayudando si todos no se hacen responsables de lo que les corresponde hacer.

Podemos aprender a tratar con la familia de una manera diferente, sin obligaciones y de una manera más racional.

Lo primero a tener en cuenta es que no necesitamos a nadie para vivir bien y ser feliz. El segundo punto es tener en claro que si no vale la pena estar con algún miembro de la familia (ya sea padre, hermano, primo, tío ...), simplemente no lo esté. No debemos relacionarnos con una persona por obligación solo porque es un miembro de la familia. El tercer punto es comprender de inmediato que la vida es demasiado corta para tener tantas obligaciones absurdas que terminamos imponiéndonos.

Debemos mantener un equilibrio, elegir con quién queremos relacionarnos, teniendo cuidado de no volvernos hipersensibles a las faltas de los demás. Podemos vivir con familiares difíciles, para nuestro crecimiento personal, no por obligación. Vivir con personas difíciles puede proporcionarnos más paciencia, tolerancia y flexibilidad.

• Puedes relacionarte con quien quieras.
• No hagas nada por obligación.
• No podemos hacer que alguien sea feliz o infeliz.